Aquel Ford A
2 participantes
Página 1 de 1.
Aquel Ford A
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, abril de 1928.
Querido hijo:
Te escribo estas líneas desde este hermoso pueblo de campo, que queda como a 40 kilómetros de esa gran ciudad llamada Buenos Aires. Para llegar hasta este pueblo hay que recorrer en Camino Real hacia el sur, pasando por los campos de Las Lomas de Zamora y los de Burzaco, y luego entrar por la carretera donde están todos los hornos de ladrillos. Es un viaje de 4 ó 5 horas, si no llueve.
Mientras yo te escribo, Robertino, tu madre le está dando de comer a los pollos y corretea por el campo abierto con los perros. Es una hermosa tarde de otoño, y a diferencia de los otoños de nuestra querida Italia, aquí no hace tanto frío, y el pasto es increíblemente verde; si hasta parece primavera.
Si bien sólo hace un año que llegamos aquí, ya avanzamos bastante con la construcción de la casita, y estamos muy cómodos, aunque extrañamos a la familia, y sobre todo a vos, que te quedaste allí en Génova. Entendemos tu postura, al querer quedarte en tu patria, pero si hemos decidido venir a este país, fue para progresar. Sos nuestro único hijo y como ya sabés no podemos tener más, por la salud de tu madre.
Aquí si se cae una semilla en la tierra crece una planta, sin prodigarle cuidados, y a los costados del camino crecen solos el zapallo, el maíz y el girasol. Es un paraíso.
Mi trabajo anda bien. Estoy construyendo casitas en la zona, y hasta pudimos comprar en cuotas, en un concesionario, un hermoso automóvil, un Ford A, nuevito, de color negro reluciente. Todavía no lo usamos mucho, porque le estoy tomando la mano a la puesta en marcha, con dos palanquitas que hay que mover para que arranque, y cuando lo saco andando a veces se le para el motor. Pero cuando toma envión, es increíble como anda… Es confortable, silencioso y elegante. Por esta zona no hay muchos coches que digamos, y el nuestro llama mucho la atención. Los gauchos paran su caballo para saludarnos con el sombrero en alto. La verdad, estoy muy entusiasmado con el nuevo coche, aunque a tu madre le asuste hasta el ruido del motor. En único viaje medio largo que hicimos fue hasta la estación del ferrocarril, a cargar combustible en la gasolinera Energina y a comprar querosén para el farol.
Te mando una foto del auto, para que la tengas con vos, así le contás a tus amigos que un Strasseri de Génova está progresando en la Argentina, y que se pudo comprar un Ford A nuevito. Otra foto igual la voy a tener en el coche, siempre.
Te mando un gran abrazo, hijo, y disculpá las manchas de tinta; es que mi lapicera gotea un poco.
Tu madre te dice que te quiere, Robertino, y pregunta cuándo vas a venir a vernos.
PD: Cuando me anime un poco más, vamos a ir a un lugar que le dicen La Boca, donde parece que están llegando muchos genoveses. De paso miramos un poco los barcos.
Afectuosamente, papá Adolfo.
Buenos Aires, octubre de 2005
Mamá, Papá:
Les mando este mail para contarles que estoy bien y que me voy a quedar en Buenos Aires unos días más.
Este cargo de museólogo me queda de diez, porque estoy haciendo lo que más me gusta. Ya conseguí cuatro autos para el Museo del Automóvil de Génova, y mañana tengo que ir a ver un Ford A ’28 a la localidad de San Vicente, a media hora de viaje en auto de Bs.As. Según me dicen, el Ford A está en perfecto estado, y es lo que me falta para completar el pedido.
Mañana les escribo otro mail para decirles cuando vuelvo a Italia.
Besos.
Ale (alestrasseri°yahoo.com.it)
Cuando Alejandro llegó a San Vicente a ver el Ford A, no tenía noción de la sorpresa que le deparaba el destino. Llegó a la vieja casa cuya dirección le habían pasado, y cuando golpeó las manos, lo atendió un señor cuarentón, quien le explicó que el dueño del auto tan bien conservado había fallecido, al igual que su mujer, hacía mucho tiempo, y que no tenían descendencia. Por lo tanto, este señor oficiaba de casero. El Ford A estaba intacto, cubierto con una tela, guardado en un galpón al reparo de la luz del sol. Alejandro descorrió el trapo, lo recorrió con los dedos, desplazando el polvillo de tantos años, y quedó admirado ante el buen estado que presentaba. Las puertas estaban sin llave, por lo que pudo abrirlas y sentarse en el asiento del conductor. El Ford A tenía olor a goma, a humedad y a papel viejo. Aún sin ver ninguna documentación, Alejandro sintió “eso” que se percibe cuando los misterios no develados lo ponen a uno en situaciones caprichosas. Tal vez el destino esté escrito para todos, o quizá en una hábil maniobra, “alguien” dispuso que las cosas se dieran de ese modo, porque cuando Alejandro hurgó dentro del bolsillo de la puerta izquierda, sacó un manojo de papeles viejos, boletas de compra de combustible… y una antigua foto, igual a la que su abuelo Robertino tenía enmarcada en la pared de su casa de Génova.
Ar!
Querido hijo:
Te escribo estas líneas desde este hermoso pueblo de campo, que queda como a 40 kilómetros de esa gran ciudad llamada Buenos Aires. Para llegar hasta este pueblo hay que recorrer en Camino Real hacia el sur, pasando por los campos de Las Lomas de Zamora y los de Burzaco, y luego entrar por la carretera donde están todos los hornos de ladrillos. Es un viaje de 4 ó 5 horas, si no llueve.
Mientras yo te escribo, Robertino, tu madre le está dando de comer a los pollos y corretea por el campo abierto con los perros. Es una hermosa tarde de otoño, y a diferencia de los otoños de nuestra querida Italia, aquí no hace tanto frío, y el pasto es increíblemente verde; si hasta parece primavera.
Si bien sólo hace un año que llegamos aquí, ya avanzamos bastante con la construcción de la casita, y estamos muy cómodos, aunque extrañamos a la familia, y sobre todo a vos, que te quedaste allí en Génova. Entendemos tu postura, al querer quedarte en tu patria, pero si hemos decidido venir a este país, fue para progresar. Sos nuestro único hijo y como ya sabés no podemos tener más, por la salud de tu madre.
Aquí si se cae una semilla en la tierra crece una planta, sin prodigarle cuidados, y a los costados del camino crecen solos el zapallo, el maíz y el girasol. Es un paraíso.
Mi trabajo anda bien. Estoy construyendo casitas en la zona, y hasta pudimos comprar en cuotas, en un concesionario, un hermoso automóvil, un Ford A, nuevito, de color negro reluciente. Todavía no lo usamos mucho, porque le estoy tomando la mano a la puesta en marcha, con dos palanquitas que hay que mover para que arranque, y cuando lo saco andando a veces se le para el motor. Pero cuando toma envión, es increíble como anda… Es confortable, silencioso y elegante. Por esta zona no hay muchos coches que digamos, y el nuestro llama mucho la atención. Los gauchos paran su caballo para saludarnos con el sombrero en alto. La verdad, estoy muy entusiasmado con el nuevo coche, aunque a tu madre le asuste hasta el ruido del motor. En único viaje medio largo que hicimos fue hasta la estación del ferrocarril, a cargar combustible en la gasolinera Energina y a comprar querosén para el farol.
Te mando una foto del auto, para que la tengas con vos, así le contás a tus amigos que un Strasseri de Génova está progresando en la Argentina, y que se pudo comprar un Ford A nuevito. Otra foto igual la voy a tener en el coche, siempre.
Te mando un gran abrazo, hijo, y disculpá las manchas de tinta; es que mi lapicera gotea un poco.
Tu madre te dice que te quiere, Robertino, y pregunta cuándo vas a venir a vernos.
PD: Cuando me anime un poco más, vamos a ir a un lugar que le dicen La Boca, donde parece que están llegando muchos genoveses. De paso miramos un poco los barcos.
Afectuosamente, papá Adolfo.
Buenos Aires, octubre de 2005
Mamá, Papá:
Les mando este mail para contarles que estoy bien y que me voy a quedar en Buenos Aires unos días más.
Este cargo de museólogo me queda de diez, porque estoy haciendo lo que más me gusta. Ya conseguí cuatro autos para el Museo del Automóvil de Génova, y mañana tengo que ir a ver un Ford A ’28 a la localidad de San Vicente, a media hora de viaje en auto de Bs.As. Según me dicen, el Ford A está en perfecto estado, y es lo que me falta para completar el pedido.
Mañana les escribo otro mail para decirles cuando vuelvo a Italia.
Besos.
Ale (alestrasseri°yahoo.com.it)
Cuando Alejandro llegó a San Vicente a ver el Ford A, no tenía noción de la sorpresa que le deparaba el destino. Llegó a la vieja casa cuya dirección le habían pasado, y cuando golpeó las manos, lo atendió un señor cuarentón, quien le explicó que el dueño del auto tan bien conservado había fallecido, al igual que su mujer, hacía mucho tiempo, y que no tenían descendencia. Por lo tanto, este señor oficiaba de casero. El Ford A estaba intacto, cubierto con una tela, guardado en un galpón al reparo de la luz del sol. Alejandro descorrió el trapo, lo recorrió con los dedos, desplazando el polvillo de tantos años, y quedó admirado ante el buen estado que presentaba. Las puertas estaban sin llave, por lo que pudo abrirlas y sentarse en el asiento del conductor. El Ford A tenía olor a goma, a humedad y a papel viejo. Aún sin ver ninguna documentación, Alejandro sintió “eso” que se percibe cuando los misterios no develados lo ponen a uno en situaciones caprichosas. Tal vez el destino esté escrito para todos, o quizá en una hábil maniobra, “alguien” dispuso que las cosas se dieran de ese modo, porque cuando Alejandro hurgó dentro del bolsillo de la puerta izquierda, sacó un manojo de papeles viejos, boletas de compra de combustible… y una antigua foto, igual a la que su abuelo Robertino tenía enmarcada en la pared de su casa de Génova.
Ar!
Re: Aquel Ford A
Admin escribió:San Vicente, Provincia de Buenos Aires, abril de 1928.
Querido hijo:
Te escribo estas líneas desde este hermoso pueblo de campo, que queda como a 40 kilómetros de esa gran ciudad llamada Buenos Aires. Para llegar hasta este pueblo hay que recorrer en Camino Real hacia el sur, pasando por los campos de Las Lomas de Zamora y los de Burzaco, y luego entrar por la carretera donde están todos los hornos de ladrillos. Es un viaje de 4 ó 5 horas, si no llueve.
Mientras yo te escribo, Robertino, tu madre le está dando de comer a los pollos y corretea por el campo abierto con los perros. Es una hermosa tarde de otoño, y a diferencia de los otoños de nuestra querida Italia, aquí no hace tanto frío, y el pasto es increíblemente verde; si hasta parece primavera.
Si bien sólo hace un año que llegamos aquí, ya avanzamos bastante con la construcción de la casita, y estamos muy cómodos, aunque extrañamos a la familia, y sobre todo a vos, que te quedaste allí en Génova. Entendemos tu postura, al querer quedarte en tu patria, pero si hemos decidido venir a este país, fue para progresar. Sos nuestro único hijo y como ya sabés no podemos tener más, por la salud de tu madre.
Aquí si se cae una semilla en la tierra crece una planta, sin prodigarle cuidados, y a los costados del camino crecen solos el zapallo, el maíz y el girasol. Es un paraíso.
Mi trabajo anda bien. Estoy construyendo casitas en la zona, y hasta pudimos comprar en cuotas, en un concesionario, un hermoso automóvil, un Ford A, nuevito, de color negro reluciente. Todavía no lo usamos mucho, porque le estoy tomando la mano a la puesta en marcha, con dos palanquitas que hay que mover para que arranque, y cuando lo saco andando a veces se le para el motor. Pero cuando toma envión, es increíble como anda… Es confortable, silencioso y elegante. Por esta zona no hay muchos coches que digamos, y el nuestro llama mucho la atención. Los gauchos paran su caballo para saludarnos con el sombrero en alto. La verdad, estoy muy entusiasmado con el nuevo coche, aunque a tu madre le asuste hasta el ruido del motor. En único viaje medio largo que hicimos fue hasta la estación del ferrocarril, a cargar combustible en la gasolinera Energina y a comprar querosén para el farol.
Te mando una foto del auto, para que la tengas con vos, así le contás a tus amigos que un Strasseri de Génova está progresando en la Argentina, y que se pudo comprar un Ford A nuevito. Otra foto igual la voy a tener en el coche, siempre.
Te mando un gran abrazo, hijo, y disculpá las manchas de tinta; es que mi lapicera gotea un poco.
Tu madre te dice que te quiere, Robertino, y pregunta cuándo vas a venir a vernos.
PD: Cuando me anime un poco más, vamos a ir a un lugar que le dicen La Boca, donde parece que están llegando muchos genoveses. De paso miramos un poco los barcos.
Afectuosamente, papá Adolfo.
Buenos Aires, octubre de 2005
Mamá, Papá:
Les mando este mail para contarles que estoy bien y que me voy a quedar en Buenos Aires unos días más.
Este cargo de museólogo me queda de diez, porque estoy haciendo lo que más me gusta. Ya conseguí cuatro autos para el Museo del Automóvil de Génova, y mañana tengo que ir a ver un Ford A ’28 a la localidad de San Vicente, a media hora de viaje en auto de Bs.As. Según me dicen, el Ford A está en perfecto estado, y es lo que me falta para completar el pedido.
Mañana les escribo otro mail para decirles cuando vuelvo a Italia.
Besos.
Ale (alestrasseri°yahoo.com.it)
Cuando Alejandro llegó a San Vicente a ver el Ford A, no tenía noción de la sorpresa que le deparaba el destino. Llegó a la vieja casa cuya dirección le habían pasado, y cuando golpeó las manos, lo atendió un señor cuarentón, quien le explicó que el dueño del auto tan bien conservado había fallecido, al igual que su mujer, hacía mucho tiempo, y que no tenían descendencia. Por lo tanto, este señor oficiaba de casero. El Ford A estaba intacto, cubierto con una tela, guardado en un galpón al reparo de la luz del sol. Alejandro descorrió el trapo, lo recorrió con los dedos, desplazando el polvillo de tantos años, y quedó admirado ante el buen estado que presentaba. Las puertas estaban sin llave, por lo que pudo abrirlas y sentarse en el asiento del conductor. El Ford A tenía olor a goma, a humedad y a papel viejo. Aún sin ver ninguna documentación, Alejandro sintió “eso” que se percibe cuando los misterios no develados lo ponen a uno en situaciones caprichosas. Tal vez el destino esté escrito para todos, o quizá en una hábil maniobra, “alguien” dispuso que las cosas se dieran de ese modo, porque cuando Alejandro hurgó dentro del bolsillo de la puerta izquierda, sacó un manojo de papeles viejos, boletas de compra de combustible… y una antigua foto, igual a la que su abuelo Robertino tenía enmarcada en la pared de su casa de Génova.
Ar!
muy buena armandito linda historia y cuantos coches se encontraron asi , yo particularmente en el año 2000 recorrimos san vicente calculo que unos 40 kilometros dentro de sanvi buscando fierros algunos encontramos de los cuales 2 compramos un ford A 29 4 puertas con papeles y un enjendro ,mescla de ford chevrolllllll no puedo terminar la frase coupe cabrio jeej
krosti325- Cantidad de envíos : 7
Edad : 48
Localización : vigo españa
Fecha de inscripción : 12/04/2008
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.