De travesías y aventura

¿Quién no ha soñado alguna vez con llevar a cabo una travesía, recorrer unos miles de km., sintiendo la emoción de ser un Easy Rider, aunque sea una vez en la vida?
De motoquero no tuve oportunidad de hacerlo, pero siempre está latente el plan de salir a la ruta y recorrer grandes distancias, con todo el camino delante. Leía atento la travesía del Falcon de Pacheco a Detroit, y realmente es admirable. También leí del viaje del suegro de Alejandro de Santa Fe, circundando América Latina por todo su contorno, recorriendo más de 23.000 km en moto. Fascinante.
Siempre me gustaron las travesías, claro que las pude hacer en menor escala, eso de llegar a un punto crucial y decirnos ¿Hacia dónde rumbeamos? Mapa en mano, ni siquiera habíamos decidido para donde rumbear.

Estábamos en Junín. Tomamos la ruta 188, bordeando La Pampa hasta llegar a San Rafael, Mendoza. Llevábamos carpa y equipo de camping y la idea era alternar entre campamento y hoteles, en nuestro viaje de algo más de un mes. Paramos en un camping con río propio, en el Atuel, donde asé el chivito de rigor, para celebrar que estábamos felices. El itinerario era dibujado sobre la marcha. De San Rafael a Mendoza Capital, pernoctada en hotel y a la madrugada a cruzar los Andes, el gran sueño. El Renault 9 TXE '91 funcionaba de maravillas. Yo piloto, mi mujer copiloto y los dos chicos atrás. Sobre el techo, el gran valijón aerodinámico que permitía liberar espacio en el baúl y el interior del auto. Cruce por Las Cuevas, llegada a territorio chileno con nieve (era marzo), bajada hasta Los Andes, primer puebo chileno y luego derecho hasta Viña del Mar. Impresiona ver el Pacífico, que es muy distinto a nuestro Atlántico, porque no tiene olas. Luego, recorrida por la costa hasta Valparaíso, al sur. Paisajes pintorescos, pescadores en embarcaciones coloridas rodeadas de pelícanos, vendiendo su pesca en la misma playa pedregosa, casitas de madera en las faldas de las colinas, realmente incomparable. Luego, a buscar hotel. En esa zona la mayoría de las construcciones son de madera, incluidos los hoteles, dignos de una película de Stephen King. Volvimos hacia Viña y ahí sí, un hotel moderno donde pasamos tres noches. Al día siguiente, recorrida por las playas, Santiago y más al sur, admirados por el paisaje. Nuestra idea era llegar hasta la isla de Chiloé, debajo de puerto Montt y volver a Arg. por un paso en la zona que sale a Bariloche, pero los caminos no se bancaban el riesgo, por estar en muy mal estado. Entonces, regreso cruzando los Andes por Las Cuevas, Puente del Inca, Los Penitentes, el Aconcagua, luego Mendoza Cap. y de ahí nomás la Ruta 40, esa que bordea todo el territorio de norte a sur con la precordillera de testigo. Rumbeamos al norte, hacia San Juan; recorrida por la ciudad, el Zonda (yo quería conocer el autódromo, pero una bajada de agua se había llevado la ruta), luego Caucete, Vallecito y otras vez la 40 hacia arriba. En esa zona está la Pampa del Leoncito, un desierto enorme, digno de un encuenro hot rod para batir records de velocidad. Es ese lugar se practica el carrovelismo, porque es zona ventosa. La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Córdoba, y ahí un desvío a San Luis, a un lugar maravilloso llamado El Trapiche, con lago propio, dique, camping, bosque, como para quedarse a vivir. Allí estuvimos una semana, y terminamos armando una gran mesa con los 40 y pico de campamenteros, conpartiendo chivitos, vino, charlas y hasta una iguana que cociné porque se le ocurrió meterse en nuestra carpa. Luego algunas sesiones de buceo en el lago (tiene 50m de profundidad), pescando carpas enormes con arpón. Y luego el regreso, tranquilos, distendidos, tomando mates y cantando. Recorrimos 6000 km en total, y el 9 se portó de maravillas. De esta aventura pasaron ya 11 años, y nos quedó la asignatura pendiente de rumbear para el sur, hasta Ushuaia y luego rumbear para el oeste y subir hasta Bariloche.
No descartamos que el próximo año o el siguiente lo podamos hacer.