Sobre vehículos y fantasmas
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Sobre vehículos y fantasmas
Si algunas veces dijimos que los autos tienen alma, nada mejor que este relato para dar por cierta esa idea.
Ya hace mucho tiempo, y a modo de introducción, tuve una experiencia extraña con un VW 1500 que había comprado. Medio inexperto aún con el tema de revisar a fondo un auto antes de comprarlo, ese auto vino "mal parido", con problemas de todo tipo, tento mecánicos como otras boludeces y no tanto que sumaron docenas de inconvenientes. Cada vez que lo llevaba al mecánico, el tipo me decía: "Ehhh, este auto está mufado!". No creo en esas cosas, pero que el VW se rompía a cada rato, es cierto. Al tiempo, haciendo trámites para transferirlo, llegué a la fuente: una agencia de usados chocados y dados de baja, donde me enteré que ese auto había volcado, muriendo el coductor. No me quedé con una linda impresión que digamos, y un día que le saqué las butacas para limpiarlo a fondo, levanto la alfombra y veo en el piso del lado del conductor una mancha oscura, como de pintura vieja. Parecía antióxido. Empiezo a limpiar con nafta y ahí noté que no era pintura, sino sangre seca. La reparación del vuelco no había llegado a esa zona, y la sangre del muerto había quedado ahí, debajo de mi asiento. Lo vendí esa misma semana.
Hace unos años ploteaba camiones para una empresa, dedicada al transporte de combustibles, y el chofer me dice: "este camión está recién reparado; en un accidente se hizo torta y el chofer palmó cuando chocó en la ruta por quedarse dormido. Y me lo dieron a mí. Yo no sé si vos creés en fantasmas, pero algunas noches, cuando voy por la ruta, solo, escuchando la radio, sentí que alguien desde atrás, desde la cucheta, me tocó el hombro." Por la seriedad con que me lo contaba, no había indicios de que me estuviera jodiendo.
No tengo experiencias de ultratumba comprobables, pero esa noche lluviosa de sábado, laburando solo a las 3 de la madrugada en un enorme galpón oscuro con salida a 4 calles, me encontré a solas con ese camión, al que tenía que terminar de colocarle los ploteados. Confieso que no me asusto fácilmente, pero cuando abrí la puerta de la cabina, un escalofrío me recorrió la espalda y me entró un cagaso terrible. Ahí nomás largué todo, puse en marcha la chata y me volví a casa. "Se me terminó el material", les dije al día siguiente. Y lo terminé a la luz del día, luego.
Por otra parte, en una estancia de Entre Ríos, de unos parientes lejanos, cuentan que algunas noches, desde el galpón donde tienen arrumbados tractores viejos y un par de chatas destruidas, se oye el chirriar de una viejas ruedas que se mueven, como si alguien empujara. Lo que te deja atónito, es que toda la peonada coincide en decir que cada vez que eso sucede, la chatita aparece 3 ó 4 metros más adelante de donde estaba. Y no hay pendientes ni nadie que la empuja, tiene las 4 gomas repodridas, pero alguien la mueve. Un día los peones decidieron hacer una apuesta, a ver quién se animaba a pasar una noche entera en el galpón, a oscuras, un viernes, que era cuando se escuchaban los ruidos. Sortearon y le tocó a uno de los más jóvenes ser el testigo del supuesto evento paranormal.
A la mañana siguiente la chata apareció tres metros más adelante de donde estaba, y cuando le preguntaron al pibe qué había visto, respondió: "como a las 2 de la madrugada las ruedas de la chata empezaron a crujir y yo pensé que eran las ratas del galpón, pero cuando se empezó a mover me tapé hasta la cabeza con una frazada y me puse a rezar. Y no se lo cuenten a nadie, pero me oriné encima del miedo." Nadie lo cargó jamás y tampoco volvieron a hacer ese tipo de apuestas. Hace dos años, mi hermano fue de visita a ese campo y contó que una noche de viernes, como a las 2 de la madrugada, en el silencio de la noche empezó a escuchar un crujido que provenía desde el galpón. A la mañana siguiente la chatita se había movido varios metros y estaba casi en el portón del galpón.
Un día pasaron unos tipos buscando autos viejos para restaurar y la chatita fue vendida por unos pocos pesos. Lo compraron unos tipos de Buenos Aires. Nunca más se tuvieron noticias, pero tal vez, en algunas noches de viernes, como a las dos de la madrugada, los nuevos dueños escuchen, entre sueños, un extraño crujido e intentarán saber de dónde proviene.
Sin llegar al extremo de pensar en un vehículo como el Christine de Stephen King, algo hay, y no sé bien qué. Lo que afirmo, sin lugar a dudas, es que a una morguera no la compro ni en pedo.
Por las dudas, estate atento. Uno nunca sabe.
Muejejeee...!
Ya hace mucho tiempo, y a modo de introducción, tuve una experiencia extraña con un VW 1500 que había comprado. Medio inexperto aún con el tema de revisar a fondo un auto antes de comprarlo, ese auto vino "mal parido", con problemas de todo tipo, tento mecánicos como otras boludeces y no tanto que sumaron docenas de inconvenientes. Cada vez que lo llevaba al mecánico, el tipo me decía: "Ehhh, este auto está mufado!". No creo en esas cosas, pero que el VW se rompía a cada rato, es cierto. Al tiempo, haciendo trámites para transferirlo, llegué a la fuente: una agencia de usados chocados y dados de baja, donde me enteré que ese auto había volcado, muriendo el coductor. No me quedé con una linda impresión que digamos, y un día que le saqué las butacas para limpiarlo a fondo, levanto la alfombra y veo en el piso del lado del conductor una mancha oscura, como de pintura vieja. Parecía antióxido. Empiezo a limpiar con nafta y ahí noté que no era pintura, sino sangre seca. La reparación del vuelco no había llegado a esa zona, y la sangre del muerto había quedado ahí, debajo de mi asiento. Lo vendí esa misma semana.
Hace unos años ploteaba camiones para una empresa, dedicada al transporte de combustibles, y el chofer me dice: "este camión está recién reparado; en un accidente se hizo torta y el chofer palmó cuando chocó en la ruta por quedarse dormido. Y me lo dieron a mí. Yo no sé si vos creés en fantasmas, pero algunas noches, cuando voy por la ruta, solo, escuchando la radio, sentí que alguien desde atrás, desde la cucheta, me tocó el hombro." Por la seriedad con que me lo contaba, no había indicios de que me estuviera jodiendo.
No tengo experiencias de ultratumba comprobables, pero esa noche lluviosa de sábado, laburando solo a las 3 de la madrugada en un enorme galpón oscuro con salida a 4 calles, me encontré a solas con ese camión, al que tenía que terminar de colocarle los ploteados. Confieso que no me asusto fácilmente, pero cuando abrí la puerta de la cabina, un escalofrío me recorrió la espalda y me entró un cagaso terrible. Ahí nomás largué todo, puse en marcha la chata y me volví a casa. "Se me terminó el material", les dije al día siguiente. Y lo terminé a la luz del día, luego.
Por otra parte, en una estancia de Entre Ríos, de unos parientes lejanos, cuentan que algunas noches, desde el galpón donde tienen arrumbados tractores viejos y un par de chatas destruidas, se oye el chirriar de una viejas ruedas que se mueven, como si alguien empujara. Lo que te deja atónito, es que toda la peonada coincide en decir que cada vez que eso sucede, la chatita aparece 3 ó 4 metros más adelante de donde estaba. Y no hay pendientes ni nadie que la empuja, tiene las 4 gomas repodridas, pero alguien la mueve. Un día los peones decidieron hacer una apuesta, a ver quién se animaba a pasar una noche entera en el galpón, a oscuras, un viernes, que era cuando se escuchaban los ruidos. Sortearon y le tocó a uno de los más jóvenes ser el testigo del supuesto evento paranormal.
A la mañana siguiente la chata apareció tres metros más adelante de donde estaba, y cuando le preguntaron al pibe qué había visto, respondió: "como a las 2 de la madrugada las ruedas de la chata empezaron a crujir y yo pensé que eran las ratas del galpón, pero cuando se empezó a mover me tapé hasta la cabeza con una frazada y me puse a rezar. Y no se lo cuenten a nadie, pero me oriné encima del miedo." Nadie lo cargó jamás y tampoco volvieron a hacer ese tipo de apuestas. Hace dos años, mi hermano fue de visita a ese campo y contó que una noche de viernes, como a las 2 de la madrugada, en el silencio de la noche empezó a escuchar un crujido que provenía desde el galpón. A la mañana siguiente la chatita se había movido varios metros y estaba casi en el portón del galpón.
Un día pasaron unos tipos buscando autos viejos para restaurar y la chatita fue vendida por unos pocos pesos. Lo compraron unos tipos de Buenos Aires. Nunca más se tuvieron noticias, pero tal vez, en algunas noches de viernes, como a las dos de la madrugada, los nuevos dueños escuchen, entre sueños, un extraño crujido e intentarán saber de dónde proviene.
Sin llegar al extremo de pensar en un vehículo como el Christine de Stephen King, algo hay, y no sé bien qué. Lo que afirmo, sin lugar a dudas, es que a una morguera no la compro ni en pedo.
Por las dudas, estate atento. Uno nunca sabe.
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Armandito- Cantidad de envíos : 50
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